En las orillas del Magdalena, los pescadores artesanales han aprendido a leer el agua. No necesitan cifras ni instrumentos: basta con mirar el color del amanecer, el movimiento de las burbujas, el sonido y hasta el silencio de una red al caer.
Durante años, ese silencio pesó. Las redes volvían vacías, y los peces que alguna vez fueron alimento, cultura y tradición, parecían haberse ido para no volver. Pero nosotros, en Enel Colombia decidimos actuar y cambiar el panorama. Sabíamos que aún había una posibilidad, que si el río recordaba, también podía volver a hablar.
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Así sembramos vida en el río Magdalena
Por eso, en 2015 nació una apuesta que no se ve desde la carretera, pero que late con fuerza en el corazón del Huila: la Estación Surcolombiana de Recursos Hidrobiológicos (ESRH), un centro de investigación que desde 2017 opera en alianza con la Universidad Surcolombiana.
Allí comenzó un trabajo riguroso y constante: el cultivo y siembra de especies nativas del río Magdalena como el bocachico, el capaz, la dorada y el pataló. Pez a pez, se tejió un camino de retorno. Un puente entre la ciencia, la tradición y la resiliencia del ecosistema.
Hasta hoy, hemos sembrado más de 10 millones de alevinos en los embalses de El Quimbo y Betania. Para ser exactos:
- 5.463.000 alevinos en El Quimbo
- 4.640.050 alevinos en Betania
- 10.053.050 alevinos en total
Pero más allá del número, lo que sembramos fue esperanza. Porque cada uno de estos peces representa una oportunidad para que las comunidades ribereñas reconecten con el río, con su oficio y con su historia.
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Conocimiento con raíces en el agua y en la comunidad
La ESRH no solo ha sido un espacio de producción biológica. También ha sido un laboratorio de conocimiento compartido, donde se han desarrollado 11 tesis de pregrado, maestría y doctorado, 5 estancias de investigación y más de 1.500 visitas de estudiantes, técnicos y líderes comunitarios.
Las comunidades han sido protagonistas: han participado en la identificación de rutas migratorias, sitios de siembra, monitoreos y jornadas de liberación. Porque el cuidado del río no es solo tarea de expertos: es una causa común.
Hoy, los pescadores lo confirman con cada red que sale del agua: el río comienza a hablar nuevamente. Lo dicen los registros de los desembarcos:
- Capaz: 16,7 %
- Bocachico: 6,8 % (cuando antes era apenas un visitante ocasional)
- Dorada: 0,3 %, con tendencia en aumento aguas abajo
- Pataló: 0,1 %, cada vez más presente
Además de estadísticas, también se trata de volver a ver el brillo en los ojos de quienes han vivido del río toda su vida. De volver a sentir que hay futuro en cada remada. De reconocer que el Magdalena, con un poco de ayuda, también puede sanar.
Gracias por ser parte
Desde Enel Colombia, celebramos este hito como una muestra de lo que puede lograrse cuando la ciencia, la comunidad y el compromiso ambiental se encuentran, porque sembrar alevinos no es solo soltar peces: es restaurar el equilibrio, abrir caminos para el desarrollo sostenible y devolverle la voz al río.