Pocas veces somos conscientes del impacto que tiene la luz en nuestra vida, debido a que, durante gran parte de nuestra existencia, siempre ha estado presente. Gracias a este servicio indispensable podemos disfrutar de diferentes beneficios que simplifican nuestras actividades, ayudándonos a tener un estilo de vida con mayor comodidad.
Sin embargo, Carmen Ariza tiene una historia diferente a la de muchos de nosotros. En una mañana normal Carmen se despierta, hace sus labores domésticas, prepara su desayuno y acompaña a su hija Yuri Alexandra durante todo el día. La hija de Carmen es una niña muy curiosa, sociable, amable e inteligente, a pesar de que sufre de discapacidad cognitiva. Ella disfruta de sus días con una sonrisa imborrable, pasa la mayor parte del tiempo jugando con sus muñecas y coloreando su libro de princesas, vive tranquila y despreocupada de las demás actividades que suceden a su alrededor.
Carmen y Yuri viven desde hace 20 años en la vereda Alto de Limba del municipio de Tocaima. Su hogar es una casa sencilla que nunca ha tenido energía eléctrica, pero esto uno ha sido impedimento para continuar viendo la vida con optimismo. A pesar de las adversidades que han tenido que sortear, siempre han encontrado personas que ofrecen lo mejor de sí para extenderles la mano.
Dentro de sus sueños hay cosas que seguro damos por sentado en nuestro día a día: adquirir una nevera para almacenar sus alimentos, tener un televisor para pasar un momento diferente con su hija, preparar un jugo en una licuadora para preparar un jugo y, lo más importante, tener un bombillo que les permita iluminar sus noches.
Por otra parte, Diana Bernal perteneciente a la misma vereda, vive con ocho personas de su familia en una casa de características similares a la de Carmen. Diana es cocinera en un complejo vacacional de la zona y tiene un hijo de 10 años que toma clases virtuales mediante el plan de datos que le comparte su mamá, y uno de sus grandes retos es conectarse a diario a sus clases, dado que la energía que llega a su casa es compartida por un vecino y la mayoría de las veces es inestable.
Diana cuenta con una nevera, un televisor y un pequeño equipo de sonido, pero debido a que no cuenta con un servicio constante de electricidad no los puede utilizar, nos cuenta que uno de sus sueños es poder reunir a toda su familia para ver una película en la noche.
¿Cómo hacemos cambios con acciones pequeñas?
En Enel-Codensa sabemos de energía, pero más allá de esto sabemos que llevamos vida y alegría a millones de personas. Nuestro programa Cundinamarca al 100% es una de esas tantas acciones que realizamos para transformar y ofrecer nuevas oportunidades a través de la electricidad.
Gracias al esfuerzo de nuestro personal, cumplimos con nuestra misión de brindar un nuevo comienzo para cientos de familias, ya que creemos firmemente que el acceso a la energía es un servicio esencial para todas las personas.
Tocaima no fue la excepción y de la mano de la comunidad pudimos llevar luz a más de cuatro familias de este sector rural.
Por esta razón, sin importar las condiciones climáticas que afrontamos y desafío para acceder a zonas donde pocos llegan, iluminamos las vidas de personas como Carmen y de Diana que valoran lo simple de la vida, pero también lo que para ellas puede ser un lujo: encender un bombillo, ver la tele o encontrar fría su nevera.
Nos sentimos motivados a realizar nuestras funciones sabiendo que nuestro esfuerzo se traduce en un nuevo horizonte. Continuaremos inspirándonos en estas familias para entregar lo mejor de nosotros y seguir abriendo nuestra energía a más personas.